Las afecciones de garganta abarcan desde dolores de garganta suaves hasta trastornos más graves como amigdalitis y laringitis. Todos estos problemas hacen que respirar y tragar resulten difíciles en mayor o menor medida. Las infecciones de garganta pueden afectar toda la garganta o provocar molestias agudas en zonas específicas. Entre los síntomas característicos se incluyen los siguientes: boca y garganta secas, inflamación de garganta y amígdalas que provoca una sensación de opresión con dolor al tragar, ronquera, saliva de sabor desagradable, mal aliento, fatiga y sensación de estar arrebatado, afiebrado o irritable.
Existen numerosas clases de afección pero, por lo general, los microbios agresores son los virus que provocan resfríos, gripe y fiebre glandular. Algunas infecciones pueden deberse a una bacteria, como la garganta estreptocócica, o un hongo como en las aftas. Fumar y beber en exceso, la exposición al clima frío o húmedo y ventoso, el esfuerzo al hablar, la alergia alimentaria o una deficiencia general de vitaminas puede provocar o exacerbar la inflamación y la infección. Las afecciones de garganta también pueden producirse como resultado de un estado general de agotamiento por falta de sueño, esfuerzo excesivo, al enfriarse demasiado rápido después de transpirar, al enfriarse después de mojarse la cabeza, y por tensión emocional o física, por ejemplo después de un shock o un susto. Los dolores de garganta recurrentes indican una debilidad del sistema inmunológico y se recomienda un tratamiento constitucional realizado por un homeópata.