Este árbol es originario de China, Asia central y la región mediterránea. Los romanos lo plantaban, junto con la vid, que también es una planta de Júpiter, en todos los lugares donde establecían sus legiones. Así llegó también a Inglaterra y Renania donde, gracias a los inviernos relativamente benignos, crece bastante bien. Carlomagno ordenó que se plantaran castaños en todas sus propiedades rurales. La castaña se convirtió en un alimento básico durante la Edad Media. No fue sino hasta finales del siglo XVII cuando fue sustituida en gran parte por la patata. A diferencia del castaño y del trigo, también regido por Júpiter, cuyos frutos maduran al aire y al sol, la patata crece en la oscuridad bajo tierra. Los tubérculos de esta solanácea, que alimentaron a ejércitos enteros y a multitudes de trabajadores durante la Revolución Industrial, corresponden a la era en que la conciencia humana ha ido cayendo más y más en el materialismo.
Este hermoso árbol presenta hojas coriáceas, brillantes, lanceoladas, con bordes espinosos. En otoño el follaje se tiñe de amarillo dorado. A mediados de año, mucho tiempo después de que broten las hojas, el árbol se adorna con una multitud de flores que desprenden una agradable fragancia. En comparación con otros árboles, la floración es bastante tardía. Sin embargo hay que tener en cuenta que el árbol es originario de climas más cálidos. Los insectos, encargados de la polinización, son abundantes en verano.
Las inflorescencias espiciformes están erguidas y en sus puntas se hallan flores masculinas largas y delgadas de color blanco amarillento. En la base crecen las flores femeninas pistiladas, verdosas. Dentro de las cáscaras espinosas van madurando de dos a tres frutos marrones y brillantes.
La madera del castaño es dura, sólida y resistente a la putrefacción aunque se resquebraja con facilidad. No es adecuada para la construcción pero sí para la fabricación de muebles y, sobre todo, de cubas de vino y rodrigones. Los tocones del castaño talado vuelven a echar brotes con suma rapidez ya que el árbol rebosa vitalidad.