Beech - Haya

Haya 1ª parte

Haya 2 ª parte

Haya 3 ª parte

Haya 4 ª parte

Los hayas, con sus copas abovedadas, fueron el modelo arquitectónico para las catedrales góticas, con sus altas columnas y sus bóvedas ojivales.

En el sistema planetario, Saturno marca el límite externo de la región de los planetas visibles. Al otro lado de su órbita comienzan las regiones de las estrellas fijas. Por consiguiente, este planeta se halla en el umbral hacia la eternidad, señalando el camino hacia la trascendencia y anunciando al mismo tiempo la muerte del ego inferior relacionado con el cuerpo mortal. Dado que contempla los arquetipos, es capaz de leer la letra en el «Libro de la sabiduría». Sí, incluso lleva un libro donde cuidadosamente va anotando todos los sucesos. Como el dios con el libro, naturalmente también es el dios de las hayas ya que las cortezas de haya fueron los «primeros» libros. El arte de escribir libros, trabajo de monjes solitarios o de magos hoscos, es también una actividad saturnina. Es significativo que las primeras letras impresas por Gutenberg fueran estampadas sobre papel blanco obtenido de madera de haya. Los antiguos europeos del norte escribían sus runas mágicas en la corteza de haya. Para dar vida a las runas y aumentar su poder mágico, los cortes se teñían con sangre o con color ocre, la palabra «magia» deriva de una vieja denominación de este color rojo. Hoy en día los enamorados siguen escribiendo sus nombres, dentro de un corazón atravesado por una flecha, en la corteza gris de la haya, como si quisieran manifestar públicamente la perpetuidad y trascendencia de su amor. Saturno, en forma de viejo árbol, es su testigo. Es el sacerdote arquetípico que casa las almas. En India es Brahma quien en la boda védica casa a Shiva y a Parvati. En la sensible piel de la haya saturnina, representante del árbol universal, se inmortalizan los acontecimientos más importantes. El profundo respeto que se siente hoy en día por el libro, sobre todo por la Biblia, estaba dirigido antaño hacia la haya. En sus susurrantes hojas los sabios podían percibir el murmullo de los espíritus y conjurarlos con letras (varillas de haya).

El «etnólogo» romano Tácito, que estudiara a los «primitivos» germanos, habla de la costumbre de tirar varillas de haya. Conjurando a las fuerzas celestiales, los sacerdotes arrojaban sobre una capa blanca las varillas sobre las que estaban escritas las runas. A continuación se cogían tres de las varillas al azar y se leía el oráculo.