Un estómago hipersensible siempre indica una debilidad del Yo. El organismo recibe los alimentos y las impresiones anímicas del mundo exterior. Ahora deberá reunir la fuerza de voluntad para digerirlos, disolverlos, transformarlos y aprovecharlos. Si es demasiado débil para ello o no sabe decir no en determinadas ocasiones se producirán alteraciones que incluyen desde la falta de apetito y la anemia hasta la pasividad y la abnegación. En este tipo de estados estarán indicados los principios amargos. Se sabe que el sabor amargo estimula las glándulas digestivas mediante un reflejo vegetativo. Rudolf Steiner opina que «los principios amargos provocan el hambre en los órganos internos». Con su ayuda, el cuerpo astral es capaz de trascender el cuerpo etéreo y llenar el organismo de ansias de vivir y de autoafirmación.' Dicho de manera más sencilla, los principios amargos le permiten al alma relacionarse más intensamente con la existencia física. Más de uno fue devuelto a la vida con un trago amargo cuando se hallaba al borde de la muerte. En este sentido, la centaura conecta lo de «arriba» con lo de «abajo», la conciencia con la voluntad inconsciente, la cabeza superior del hombre con la naturaleza inferior del caballo, el Donar celestial con la serpiente primitiva. Su empleo como remedio contra la fiebre también apunta en esta dirección. La fiebre siempre se produce cuando interviene el principio superior para evitar que el cuerpo se le escape, volviendo a agarrarlo con gran fervor.
Por su aspecto, la centaura da la impresión de ser tímida, abnegada y extremadamente sensible. Las flores sólo se abren por la mañana, cuando hace calor y brilla el sol. Cuando el cielo está nublado, llueve, hace demasiado calor o frío y viento las flores se vuelven a cerrar, la plantita se vuelve invisible y apenas se distingue entre la hierba. Las anteras, que se inclinan hacia atrás una vez han arrojado el polen, también parecen ser muy sensibles. Y a pesar de ello, como ya hemos visto, Centaury es una planta poderosa cuyas propiedades fueron correctamente advertidas por Edward Bach. Su esencia floral le otorga al hombre la fuerza, el valor o «las agallas» (guts, como dirían los ingleses) para decir no en el momento oportuno.
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