Holly - Acebo

Una leyenda galesa cuenta cómo Gwion Bach (el joven Taliesín) compensó a su salvador y padre adoptivo, Elfin, por haberlo salvado de morir ahogado. Un rey injusto agravió a Elfin y lo encerró en una mazmorra. Gwion Bach aconsejó a su padre adoptivo que hiciera una apuesta al rey de que su caballo era más rápido que todos los demás del reino. El ambicioso rey aceptó la apuesta e hizo traer los veinticuatro caballos de carreras más rápidos de todo el país. Entretanto, Taliesín cortó veinticuatro ramas de acebo y las chamuscó en el fuego. Las entregó al jockey de Elfin diciéndole que tocara con estas ramas a cada uno de los caballos del rey durante la carrera para que los animales perdieran fuerzas. En el lugar donde tropezara el caballo de Elfin debía cavarse un hoyo, ya que allí estaría enterrado un gran tesoro que pertenecería a su descubridor. El hoyo surgido de esta manera se encuentra en la actualidad en Gales, es el pantano de Pyllbain. Después de la carrera el joven le pronosticó la ruina al malvado rey.

Plinio, que llama aquifolius (hoja acicular) a esta planta, le otorga también poderes mágicos. Con sus flores blancas sería posible transformar el agua en hielo y, si se lanzara esta madera sobre animales salvajes, éstos se echarían tranquilamente al suelo. El acebo también protegería contra venenos peligrosos, embrujos y rayos si se plantaba en la proximidad de una granja.

A semejanza del eléboro negro o rosa de Navidad, la hiedra y otras plantas que no necesitan reposar en invierno, el acebo prefiere los inviernos suaves y veranos frescos del clima atlántico. El límite oriental de su zona de distribución coincide con la isoterma de cero grados de enero, por lo cual es muy escasa su presencia en Alemania Oriental. Este arbusto, que alcanza hasta los 12 m de altura, crece silvestre en los bosques de encinas y hayas y, más al sur, en los bosques de laurel.

El acebo, pariente lejano del castaño de Indias, pertenece a la familia de las aquifoliáceas, formada en su gran mayoría por plantas tropicales y subtropicales. Entre mayo y junio, adornan sus verdes ramas pequeñas flores ligeramente aromáticas con cuatro hojas florales blancas arracimadas a modo de umbela. Sólo una mitad de los arbolitos llevará más tarde bayas rojas y venenosas, ya que las flores masculinas y femeninas viven separadas en ejemplares distintos. A pesar de que los mirlos y tordos pueden comer las bayas, al hombre le provocan fuertes vómitos y diarreas.